jueves, 30 de abril de 2009

Festival Internacional de Cannes 2009

Selección oficial.



El cine de autor, el cine contemporaneo, el cine que busca nuevas formas para nuevos contenidos ya tiene su Selección Oficial
Lars Von Trier – Antichrist
Pedro Almodovar - Los abrazos rotos
Tsai Ming-liang – Face
Michael Haneke - The White Ribbon
Andrea Arnold - Fish Tank
Jacques Audiard - Un Prophete
Park Chan-Wook – Thirst
Gaspar Noe – Enter The Void
Brillante Mendoza – Kinatay
Marco Bellocchio – Vincere
Isabel Coixet – Map of the Sounds of Tokyo
Jane Campion - Bright Star
Xavier Giannoli – A L’Origine
Ang Lee – Taking Woodstock
Ken Loach – Looking for Eric
Lou Ye - Spring Fever
Alain Resnais – Les Herbes Folles
Elia Suleiman – The Time That Remains
Quentin Tarantino - Inglourious Basterds
Johnnie To – Vengeance



Antichrist Dir. Lars von Trier (2009)





Los abrazos rotos Dir. Pedro Almodovar (2009)




Thirst Dir.Park Chan-Wook (2009)





Vecere Dir. Marco Bellocchio (2009)


domingo, 26 de abril de 2009

y.......¿el cine?

el sebas me envia este breve comentario exponiendo cuales fueron los puntos de conversaciones y conclusiones de una conversatorio que se realizao en la Cinemateca Boliviana entre cineastas cuya obra fue realizada en la ultima decada del siglo pasado.

y..... ¿el cine?

Sebastien Morales


Hace algunos días atrás, la Cinemateca Boliviana organizó un Cine Club para hablar sobre el cine nacional de los años 90 y 2000, para esto se invitó a cinco directores que hicieron el grueso de su obra en los 90. Resumiendo muy escuetamente podemos sacar dos ideas centrales:

a) El cine en celuloide es demasiado caro, es imposible filmar en él, por la falta de una ayuda del Estado y de una ley del cine.
b) El cine digital no tiene el rigor suficiente, es de muy baja calidad, los que hacen cine digital no cuentan nada, en fin, no es Cine.

De estas dos ideas podemos sacar varias conclusiones. La primera y la más superficial de todas es que se plantea la imposibilidad de hacer Cine en Bolivia. El celuloide es muy caro y el digital a lo mucho que aspira es a hacer cine (con minúsculas)
Sin embargo, ¿acaso el Cine se define por el formato? ¿no es más bien la forma en que se trabaje el audiovisual la que le da el rango de cinematográfico? Como muy bien decía alguien del público, Bolivia debe ser el único lugar del mundo donde todavía se debate el problema de formatos. El cine es tal en cuanto reflexiona, ya sea de sí mismo o sobre algo exterior a él.

Se ha repetido muchas veces en la conferencia la formula: “los videastas, no dicen nada, no cuentan nada”. Yo no entiendo por qué, alguien en su sano juicio hipotecaría su vida (puesto que todos estos cineastas de celuloide tuvieron que pagar sus películas con sus casas, autos, perros, etc.…, por lo cual estoy muy agradecido) por el simple hecho de contar una historia, si era tan grande la necesidad de contar una historia ¿Por qué no agarra un papel y un bolígrafo y escribir una novela bonita? ¿Cuál es la necesidad de gastar tanta plata por algo así? El cine usa otro lenguaje que la literatura y por tanto tiene otros problemas y formas de tratarse, a diferencia de la literatura, el cine usa las historias como mero pretexto, para provocar una reflexión (no un mensaje) El cine no dice nada, pregunta.

La tercera conclusión es la que realmente da para pensar mucho. En una conferencia sobre cine, los cineastas hablaron de todos menos de eso. Hablaron de la piratería, de la ley del cine, de la salas, de lo imposible de hacer cine en Bolivia por lo caro que resulta, et… Ninguno de ellos habló de lo que significa el cine en Bolivia, no hablaron de sus postulados estéticos ni sus reflexiones sobre el la forma y el contenido. No hablaron de sus películas y mucho menos de las de sus colegas. ¿Es que no tenían nada que decir? ¿Es que a la hora de realizar la película, no pensaron, justamente en lo que reclaman al cine digital? ¿Cómo es posible que en una conferencia de cine, no se hable de eso?

Es la falta de reflexión en el cine Boliviano lo más preocupante, pero vemos, al parecer que esto no viene sucediendo desde que empezó la era digital, sino de mucho más atrás. En cambio, se discute cosas insignificantes como es el tema de los formatos. Hay que ser claros en esto: el cine digital es una realidad y es la única forma de hacer cine en un país como el nuestro, por tanto, es gracias a él que podemos reflexionar sobre el séptimo arte y usarlo como herramienta de reflexión.

miércoles, 22 de abril de 2009

Manifiesto por la Critica

la mejor excusa para poner en la esfera publica los (elementos iniciales) puntos de un manifiesto por la critica cinematografica, fue en el marco del primer aniversario de Cine con Cristal el único programa que se aproxima a al acontecimiento cinematografico desde la cinefilia y el periodismo cinematografico, emitido por Radio Cristal en la ciudad de La Paz.
Puede oirse la discusión, puesta en publico, del manifiesto y conocer la voces, sensibilidades y pretenciones de estos cuates.


1) El visionado del cine desde Bolivia es un acontecimiento casual y total.

2) La crítica es un gesto de representación de una realidad concreta.

3) La crítica es un discurso paraleo al objeto detonante, la película.

4) Los formatos y géneros de la crítica están en función del acceso a la pluralidad de espacios posibles para su difusión.

5) Tanto la realización como la crítica cinematográfica responden a una naturaleza dinámica y en continuo movimiento, por tanto sus bases fundamentales están siempre sujetas a su modificación estructural, esto hace necesaria la crítica a la crítica.

6) La crítica como sonoridad y silencio de las sociedades cuestionadoras.

7) La crítica como elemento anterior al hecho mismo del visionado común del aconteciomiento cinematográfico.
Ésta es nuestra posición ante el hecho de hacer crítica, ante el hecho de ser público.

Juan Alvarez
Mary Carmen Molina
Claudio Sánchez
Sergio Zapata

La Paz, 19 de Abril 2009

La Paz, Bolivia

domingo, 12 de abril de 2009

DAR LA MUERTE POR LOS BÁRBAROS (Gran Torino)

Rodrigo Mita
Director de Insituto Superior de Filosofia y Humanidades Luis Espinal (Cochabamba)
“El Gran Torino” De Clint Eastwood es un filme perfecto para el actual ciclo de cine que el Instituto Superior de Filosofía y Humanidades “Luis Espinal” está llevando adelante. Perfecto para cualquier ciclo de cine que trate sobre el don, la gratuidad, en el séptimo arte. ¿Por qué? En ella Clint Eastwood representa a un gringo ya entrado en años, viejo quiero decir, de origen polaco, ex-empleado de la Ford, nacionalista, ex-combatiente de la guerra que los EEUU libraron con Korea, viviendo en un barrio que podría parecer típicamente gringo si no fuera porque ya está lleno de negros y de inmigrantes latinos y asiáticos. Él se resiste a abandonar su casa y su hermoso auto, su Gran Torino, aunque su esposa acaba de morir, aunque es, al parecer, el último gringo que vive en el barrio y aunque tenga a asiáticos como vecinos. Al inicio de la película, y como veterano de guerra de Korea, da la impresión de que no puede ver la presencia de sus vecinos asiáticos sino como la invasión de los bárbaros. Pasando el tiempo, y a regañadientes, se va dando cuenta poco a poco de que tiene más cosas en común con ellos que con sus propios hijos y nietos. Su relación con sus vecinos asiáticos llega a ser tal, al final del filme, que hará el mayor sacrificio que un ser humano puede hacer: dar su vida, o mejor dicho, su muerte por sus amigos.

El filme es en sí mismo una provocación; una provocación que nos lleva a pensar si es posible vivir juntos; si es posible que todos los seres humanos vivamos juntos en este mundo. El filme me ha provocado personalmente miles de preguntas y muchas dudas sobre nuestra “humanidad”, sobre nuetra manera en la que actuamos frente al otro, al extraño, al extranjero, al distinto. Mirándola me preguntaba las mismas cosas que me pregunto cuando veo las películas de Spike Lee. Algunas de esas miles de preguntas tienen que ver con la posibilidad de que asiáticos, latinos y blancos vivan juntos. Me preguntaba por ejemplo si occidente podrá dejar de considerarse el centro del mundo para que asiáticos, latinos y blancos puedan vivir juntos. Me preguntaba también si algún día occidente podrá comprender que hay culturas en las que el interés propio está por debajo del interés común. En suma: ¿será que algún día podremos celebrar juntos nuestros días sagrados? ¿Podremos celebrar juntos algún día el nacimiento de los niños de todas las razas y ofrecer libaciones y dones juntos para que éstos niños crezcan sanos? ¿Será posible algún día que los niños sean bendecidos con un padre y una madre de distintas culturas? ¿Podrá occidente, para que podamos vivir juntos, dejar de llamar bárbaro al resto del mundo, a la periferia? ¿Podrán dejar de ser todas las culturas intolerantes con el extranjero? ¿Cuándo podremos dar de nosotros al otro, al extranjero, al diferente, o mejor dicho, al distinto? ¿Cuándo podremos brindarle hospitalidad al extranjero en vez de preguntarle por qué ha venido o por qué no se va? ¿Cuándo dejaremos de tratar al extranjero como una plaga? ¿Cuándo compartiremos con él lo que sabemos de la vida y de la muerte? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que hay que saber más de la vida que de la muerte para vivir juntos? ¿Cuándo dejaremos de ampararnos en la propiedad privada para huir del otro, de su gratuidad, de sus dones, sus regalos? ¿Estamos concientes de que la propiedad privada nos preserva de relacionarnos con el otro, de intercambiar con él, de vivir en reciprocidad? ¿Cuándo dejaremos de expulsar al otro de nuestra propiedad? ¿Podremos algún dìa, por ejemplo, celebrar nuestros cumpleaños con los extranjeros? ¿Podremos algún día dejar de mirar las tradiciones del extranjero como barbaridades, es decir, como cosas de bárbaros? ¿Cuándo aceptaremos los dones del extranjero sin pensar que son una especie de veneno para nosotros? ¿Cuándo comprenderemos que lo que nos envenena en realidad es la eliminación del don, de la gratuidad, de nuestras relaciones “humanas”? ¿Desde cuándo el sacrificio por el otro ha sido proscrito del mundo? ¿Podremos algún día volver a sacrificarnos, a donarnos, a dar de nosotros por el distinto, el extraño?

¿Demasiadas preguntas en suma? ¿Demasiadas dudas sobre nuestra “humanidad”? Sí, eso justamente es lo que provoca El Gran Torino, una gran peli.

miércoles, 8 de abril de 2009

no es un país para viejos (Gran Torino)

Un colega critico de cochabamba me permitio colgar su texto sobre Gran Torino, en virtud de las lineas dialogicas que se desprenden respecto al texto algo sobre el honor, ambos textos publicados en La Ramona, suplemento cultural del periodico Opinión de Cochabamba, destilan nostalgia aristoócrata (como la llama el único filosofo vivo en Bolivia) tan evasiva y tan lejana.


No es un país para viejos

Andrés Laguna


El venerable Roger Ebert abrió su crítica a Gran Torino escribiendo algo así: “Me gustaría crecer para ser como Clint Eastwood. Eastwood el director, Eastwood el actor, Eastwood el invencible, Eastwood el hombre viejo”. A mí también me gustaría. Es que el director de Los Imperdonables parece ser inagotable e infalible. Con sus dos Oscares a mejor director, más otro par a mejor película, con su carrera de más de 50 años como actor y con otra, tal vez más brillante, como director durante 30 brillantes años, Eastwood nos demuestra que es uno de los nombres fundamentales de la historia del cine. Buena parte de las películas de las que ha participado fueron clásicos instantáneos y tiene una carrera inigualable por otra personalidad de Hollywood. Lo que más envidia debe darle a sus compañeros de rubro es que la puntería de Eastwood cada vez es más fina, cada vez es más certero. La prueba de eso es Gran Torino, una de las pocas cintas del 2008 que serán recordadas por el resto de los tiempos.
Gran Torino no sólo es una propuesta de cine clásico, sólido y austero, es un testamento. No sólo es una excelente película, es una declaración de principios. Este film es a la carrera de Eastwood como actor, es a lo que él representó como ícono de la industria, lo mismo que fue Los imperdonables al western, una gran y emocionante despedida. Después de cuatro años sin aparecer frente a las cámaras y casi a punto de cumplir los ochenta años, Eastwood prometió que está es la última cinta que protagonizará. Con ella deja todo en claro.
La historia es simple. En uno de esos suburbios de los Estados Unidos, tan pauperizados y llenos de diferentes culturas que hacen el esfuerzo por sobrevivir, vive Walter Kowalski (Eastwood) , un viejo cascarrabias, ex combatiente en Corea, un tipo racista y rudo, que acaba de enviudar y que siempre tiene una escopeta cargada a mano. Sólo y medio aburrido de la vida, Kowalski pasa los días bebiendo cerveza en su porche o arreglando todo lo que se descompone en su casa. Lo único que le queda de su pasado glorioso es un auto Ford del ‘72, un bellísimo Gran Torino, que él ayudó a ensamblar cuando trabajaba en una fábrica de la legendaria marca estadounidense de vehículos. La vida de Kowalski parece negarse a ser llamada vida. Sus vecinos, una familia del sudeste asiático, unos hmong, sólo le causan repulsión, le recuerdan lo mucho que odia al resto del mundo y lo sólo que está. Por diferentes razones, relacionadas a la violencia de las pandillas, Kowalski deberá relacionarse con sus vecinos. Como una especie de héroe accidental, que actúa movido por motivos más egoístas que humanistas, el viejo se convertirá en el salvador de los asiáticos. A cambio, ellos le devolverán la vida y el placer de la compañía. Kowalski se convertirá en el maestro y protector, en la imagen paterna, del hijo y de la hija de la familia hmong, Thao (el impecable y joven Bee Vang) y Sue (la sensible y dulce Ahney Her). Los chicos le devolverán la humanidad al viejo amargado. También quiero mencionar la relación que Kowalski entabla con el cura del barrio, con el padre Janovich (Christopher Carley), en la que se plantea que la relaciones humanas pueden ser más fértiles en torno a una charla desinteresada y una cerveza, que bajo un mismo credo. Todo eso me recuerda tanto a las grandes cintas del cine de los años 50.
Gran Torino es una cinta nostálgica, la cinta de un viejo que extraña los tiempos en los que el honor, los principios y una cierta ética reinaban la vida. Una época en la que los hombres eran fuertes, rudos y honorables. Una época en la que las mujeres eran entregadas, elegantes y puras. Una época en la que hasta los enemigos eran respetables. Pero, lo que es sugerente es que ese mismo viejo está dispuesto a hablar con lo jóvenes, con los diferentes, con los excluidos, con los marginados. El viejo quiere enseñarle a los jóvenes, pero ante todo quiere aprender de ellos. En un texto que Eastwood escribió para la célebre sección “Lo que sé” de la revista norteamericana Esquire, dijo: “Los chicos te enseñan que uno puede sentirse humilde ante la vida, que puede aprender algo nuevo todo el tiempo. Ese es el secreto de la vida, realmente, nunca dejar de aprender. Es el secreto de una carrera. Sigo trabajando porque aprendo algo nuevo todo el tiempo. Es el secreto de las relaciones: nunca creer que se tiene todo”. Gran Torino es una cinta de redención, esta redención se resume en el párrafo que vengo de citar.
Kowalski de alguna forma nos recuerda a todos los papeles de Eastwood, a Harry el Sucio, al hombre sin nombre de los westerns, al Bill Munny de Los Imperdonables, al John Wilson de Cazador blanco, corazón negro, al Frankie Dunn de Million Dollar Baby, a tantos otros. Parece ser la versión vieja y acabada de ellos, por momentos, parece su parodia, su caricatura. Pero, a diferencia de todos, termina absolutamente redimido, termina siendo más humano que cualquier humano.
En Gran Torino, Eastwood revisita la descolorada visión del héroe que describió con brillantez en Las Banderas de nuestros padres, se aproxima al Otro como en Cartas de Iwo Jima, entiende la complejidad de lo íntimamente humano como en Un mundo perfecto. En esta cinta escribe su tratado de ética, le deja su legado al mundo.
La cinta cierra con una hermosa y desencarnada canción compuesta e interpretada por Jamie Cullum y el mismísimo Clint (se sabe que es un melómano obsesivo), en la que la voz del viejo se quiebra constantemente, con ella nos quiebra, con ella nos redime.