domingo, 21 de agosto de 2011

Fallecimiento de Raúl Ruiz

GREGORIO BELINCHÓN
Raúl Ruiz le gustaban, y mucho, los artificios, lo excéntrico, en un mundo de excesos como es el del cine. Sus películas tenían mucho de onírico, de historias laberínticas e intrincadas desde su concepción, lo que no las hacía accesibles para el gran público, aunque gran parte de la crítica internacional, encabezada por los redactores de Cahiers du Cinéma, lo idolatraba como un pope. Ayer por la mañana, este exiliado chileno en Francia -adonde huyó tras el golpe de Estado de 1973- falleció en París a los 70 años por una infección pulmonar. Durante dos años sufrió un cáncer de hígado y aunque recibió un nuevo órgano hace unos meses, su estado de salud nunca acabó de mejorar.

Según estudiosos de su obra, el prolífico cineasta filmó más de 150 películas
Ruiz debutó como director en 1964 a los 23 años con el mediometraje La maleta, procedente del mundo del teatro experimental y de vanguardia: en los años precedentes había llegado a escribir un centenar de obras. Fue igual de prolífico en el cine, y algunos de sus estudiosos aseguran que llegó a dirigir más de 150 filmes entre largos, cortos y trabajos para televisión. Sea cierto o no, toda su primera etapa, hasta la década de los ochenta, quedó en el olvido hasta que alcanzó la fama y los estudiosos la recuperaron. Hasta cinco veces participó en la sección oficial a concurso del Festival de Cannes.

Su reconocimiento internacional llegó con El territorio (1981), Las tres coronas del marinero (1983) y La isla del tesoro (1985), películas que empezó a firmar con su nombre a la francesa: Raoul Ruiz. En los años noventa su fama llevó a actores como John Malkovich, Catherine Deneuve, Isabelle Huppert o Emmanuelle Béart a querer trabajar con él: así, tras estrenar Las soledades (1992) filmó películas más cercanas al espectador común con intérpretes de peso como Genealogías de un crimen (1996), que le valió el Oso de Plata en el certamen de Berlín por "una extraordinaria contribución artística"; Tres vidas y una sola muerte (1996); El tiempo recobrado (1998); La comedia de la inocencia (2000); Días de campo (2004), que supuso su vuelta a los temas chilenos, o Klimt (2006).

Con su último gran trabajo, Misterios de Lisboa, obtuvo la Concha de Plata al mejor director en la pasada edición del Festival de San Sebastián, y en Francia recibió el Premio Louis Delluc, que reconoce a la mejor película francesa del año. Misterios de Lisboa es una recreación en cuatro horas y media del folletín homónimo del siglo XIX de Camilo Castelo Branco. Ruiz llevó a cabo un nuevo montaje del filme para su versión televisiva, más larga, que se dividía en seis capítulos.

En la actualidad trabajaba en el montaje de un largometraje rodado en Chile en abril, La noche de enfrente, y en As linhas de Torres, anunciada para 2012 y que producirá el portugués Paulo Branco: eran amigos desde hacía 30 años. Juntos habían logrado el éxito de Misterios de Lisboa. Branco aseguró ayer que la película seguirá adelante, "Raúl dejó todas las indicaciones para llevarla hasta el fin", y lo definió como "portugués de alma". "De él destacaría su extraordinario poder de invención y su humanidad y sentido del humor".

El otro gran cineasta chileno, Miguel Littin, dijo ayer tras conocer la noticia del fallecimiento de Ruiz: "Su pasión tan devastadora lo llevó a los niveles más grandes a los que ha accedido el cine chileno". Aunque según comentó el ministro de Cultura chileno será enterrado en su ciudad natal, Puerto Montt, el próximo martes se celebrará una ceremonia fúnebre en la iglesia parisiense de Saint-Paul.