martes, 30 de noviembre de 2010

Chomsky: wikileaks, es una forma legitima de periodismo

Tras el escándalo que generan y generarán las revelaciones de Wikileaks la Revista Ñ publicara una serie extensa de entrevistas con varios intelectuales, en ésta oportunidad ofrecen una entrevista con Noam Chomsky, el lingüista más importante de la segunda mitad siglo XX y uno de los críticos mas prolíficos del gobierno de su país.


Considera que lo que esta haciendo WikiLeaks es una forma legítima y ética del periodismo? ¿Y cuáles serán las consecuencias de estas revelaciones al corto y largo plazo?

Vale la pena recordar que el secretismo de los gobiernos se trata, sustancialmente, de la defensa del gobierno contra su propia población. Y en una sociedad democrática la población tendría que saber qué está haciendo su gobierno para poder monitorearlo y —de hecho— determinar qué hace el gobierno. Ahora, hay excepciones con las cuales todos están de acuerdo, pero en general el caso es así. Yo no he leído todos los cables, por supuesto, pero de lo que he visto me parece que ilustra la significancia de este punto: hay cosas en los cables que los gobiernos no quisieran que su propia población supiera.

Creo que es una forma legítima del periodismo, pero creo que se tomarán medidas severas para bloquearlo.

¿Lo sorprende el trabajo que esta haciendo WikiLeaks

No es completamente nuevo. Ha habido muchas filtraciones antes —los Papeles del Pentágono, por ejemplo, en la cual yo participé, fue muy importante y más sustancial que este último. No me sorprende. Creo que mientras la accesibilidad a la información aumente con las modalidades electrónicas habrá más casos similares a este.

Qué WikiLeaks eligiera a medios tradicionales para editar y emitir las filtraciones en un primer instante, ¿es contradictorio con su postura filosófica de apertura?

Creo que no. Supongo que lo podrían haber subido directamente a Internet. Pero de esa manera circularía solamente dentro de la cultura de Internet y no entre un público general.

¿Cómo están manejando la información los medios estadounidenses?

Antes que nada tenemos que tener en cuenta que desde el principio hay un mecanismo de filtros muy severo. Entonces, los cables diplomáticos mismos proveen al gobierno lo que los diplomáticos quieren que sepan y lo que asumen que el gobierno mismo quiere oír. Entonces ya de entrada están muy editados, desde el principio.

Por ejemplo, uno de los cables más incendiarios salidos hasta ahora: el rey Saudita llamando por el bombardeo de Irán. Bueno. Eso fue seleccionado. No sabemos el contexto. Solo tenemos las frases que eligieron los diplomáticos.

Después hay una forma de censura mucho más severa que son los títulos de los diarios que dicen que los estados árabes están aterrorizados por Irán y que quieren que los Estados Unidos hagan algo al respeto. Bueno, hay un hecho muy significante escondido en esta cuestión: hay encuestas de opinión del occidente árabe. La más reciente fue publicado por el Brookings Institute el mes pasado —una encuesta muy cuidadosa— que mostró que en el mundo árabe el 10 por ciento de la población ve a Irán como una amenaza, mientras que un 80 por ciento ve a los Estados Unidos e Israel como una amenaza. Esto no se revela acá [en estas noticias]. Antes que nada, a los diplomáticos no les importa, no les importa la gente, solo les importan los dictadores. Al Departamento de Estado tampoco le importa, por las mismas razones, y aparentemente a los medios tampoco les importa: porque esto es información pública… Y todo esto refleja un profundo desprecio por la democracia. Y no solo en el gobierno, también en la cultura intelectual y de los medios. Esto es otro tipo de selección; selección severa. Y si miras a los otros documentos publicados ves muchos casos similares.

¿Estos cables demuestran que la administración de Obama es, en muchas formas, una continuación de la de Bush?

Sí, pero eso ya lo sabíamos.

¿Tiene algún mensaje esperanzador de cara al futuro?

Bueno, mi último libro publicado se llamó Esperanzas y perspectivas que salió primero en castellano, porque su origen fue en charlas que di en Sudamérica… La parte de esperanza es mayormente sobre Sudamérica. Creo que han estado pasando cosas de gran esperanza allí en la última década. No podemos predecir la historia humana. Pero si miras hacía atrás puedes encontrar un momento cuando parecía imposible que se abandonará la esclavitud, o que se permitiría derechos a las mujeres… Las cosas cambian. Pero cambian si la gente las cambia. No cambian solas y no cambian gracias a los líderes políticos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El negro corazón de un país ingrato (Alex de la Iglesia)

reproducidos un texto publicado en Radar de Pagina 12 sobre el doloso fallecimiento de Luis Garcia Berlanga.


Me despierta un número largo, de esos que te dan miedo. Me dan miedo porque sé qué significa. Sé que cuando aparece un número muy largo en mi móvil me llaman de una televisión o una radio, y cuando las llamadas se suceden una tras otra, es que algo terrible ha ocurrido. “¿Qué puedes decirme de la muerte de Luis García Berlanga?” La noticia suena como un disparo en mis oídos. “Algo rápido, dos frases.” Es para las noticias. La crueldad suele ser muy sincera. Pensar algo con sentido, resumir una vida en dos frases. Surgen en mi cabeza todos los momentos personales vividos junto al Maestro, con mayúsculas, y se me hace un nudo en la garganta. En fracciones de segundo pasan delante de mis ojos imágenes de sus películas, de su obra inabarcable. ¿Me están pidiendo de verdad que resuma a Berlanga en dos frases? ¿Es una broma? ¿Cómo les explico que Berlanga es más importante para mí que Dreyer, que Ford? ¿Cómo les explico que Plácido cambió mi vida? ¿Cómo me puedo acercar, tan sólo aproximar a una idea que refleje la tormenta de imágenes y sentimientos que me están haciendo llorar? “¿Cómo era? Decían que era peculiar.” ¿Peculiar? No puedo evitar ofenderme. “Por favor, ¿puedes elegir otra palabra mejor que ‘peculiar’ a la hora de elaborar tu pregunta?” Berlanga metió un puño en mi corazón y lo arrancó de cuajo, mientras con la otra mano me hacía burla. Y yo me reía, y lloraba, en el cineclub de la universidad, y no sabía que esa película, Plácido, me acompañaría en sueños toda la vida. Los rostros de sus actores, José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre y tantos otros, serían mi familia para siempre. Berlanga y Buñuel son el alma de un país cruel que trata a sus genios de “peculiares”, el corazón sangriento y negro de un país ingrato que nunca aprenderá a amar a sus hijos lo suficiente, a devolverles el valor incalculable de su aporte artístico.

Berlanga supo amar y odiar y reír y rodar con la fuerza asombrosa de un hombre libre, pese a la dictadura, a la intransigencia y la supuesta inteligencia de algunos. Berlanga se encuentra en el Olimpo de los grandes, no de este país, del mundo entero.

La mejor película que se ha rodado nunca, El verdugo, define los límites del discurso acerca de la condición humana. Y lo hace con el lenguaje de los dioses, con la Divina Comedia, con el ácido corrosivo de la sonrisa demoníaca y tierna. Nos devuelve la verdad más negra con un abrazo, el negro corazón que nos fue arrebatado se nos entrega envuelto en ternura. Nadie en la historia del cine ha llegado tan lejos en talento y tan cerca de nuestras almas malheridas. Luis Buñuel es el único que puede mirarle frente a frente. Nadie tan grande como Berlanga.
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El cineasta valenciano Luis García Berlanga murió el pasado sábado 13 de noviembre en Madrid a los 89 años. Entre principios de los ’50 y hasta fines de los ’80 fue uno de los mayores satiristas de España, autor de varias de las mejores películas de la historia del cine de su país, entre las que pueden destacarse Bienvenido Míster Marshall, Plácido y El verdugo, así como la llamada Trilogía Nacional, que inició a su vuelta a España tras la muerte de Franco. Erotómano célebre, fundó la colección literaria La sonrisa vertical. Estrenó su última película, París - Tombuctú, en 1999.