( Un tigre de papel - Luis Ospina
A los periodistas, mis amigos.
En 1934 ocurren tres hechos históricos, el asesinato de Alejandro I, rey unificador de Yugoslavia, la Gran Marcha del Partido Comunista Chino encabezada por Mao Tse Tung y la celebración del Congreso de Escritores Socialistas en el que se instauró la política cultural del realismo socialista. Acontecimientos políticos que marcaran la vida de un personaje nacido ese mismo año, Pedro Manrique Figueroa, el precursor del collage en Colombia.
Sin embargo, el 9 de abril de 1948 con el cruento asesinato de Jorge Gaitán, líder de la izquierda colombiana, la vida Manrique Figueroa se transformara, a partir de entonces, Manrique se consagra como activista político vinculado al Partido Comunista. A Manrique Figueroa se lo recuerda como un agitador profesional, comunista exacerbado, profeta del mal ejemplo, hippy por una semana, apasionado amante por una noche, poeta y cineasta, orador convincente y tal vez, mitómano……………y creía que la Revolución vendría del arte. Es el fantasma que Luís Ospina persigue en un collage llamado Colombia, entre el arte y la política, la mentira y la verdad, el cinéma véritè y el cinéma mentirè.
“La vida de Pedro Manrique Figueroa no está escrita por nadie, y por una razón poderosa: se parece demasiado a una novela de aventuras, a la vez incompleta y contradictoria, siempre vinculada a las centelleantes incertidumbres de la tradición oral”
Es un clásico del fake (falso documental), Un tigre de papel, apela a las técnicas del documental, la entrevista con personajes autorizados, la multiplicidad de localizaciones, materiales de archivo cuyo carácter es el ser demostrativo, la narración coral que expone coincidencias y contradicciones entre los testimonios y, una estructura cronológico.
Cada testimonio, cada recuerdo, cada momento histórico se apoya por una imagen de archivo auténtica o falsificada. Un recurso empleado de forma exagerada, recordándonos y a su vez advirtiéndonos de que no todo lo que vemos es real, y las imágenes no son la Verdad, esto en tanto pretensión de objetividad (representación del hecho real) como asistimos noche tras noche a los noticieros televisivos.
La verdad del texto habita en el contexto, es en la ausencia y en los interlineados donde Ospina hace circular a Manrique con una intencionalidad especifica, narrar la tragicómica historia de su vida y la de su generación; la velocidad con que se mueve un país, la irrepresentabilidad de lo real, la emergencia de los mitos, la inconmensurabilidad de lo oral, la fatalidad del artista frente al capital y la caducidad de las ideas.
Para ello se sirve del collage, en tanto atisbo arqueológico de nuestro personaje y a la vez como revestimiento formal de la obra, para reconstruir una historia a base de fragmentos de recuerdos, porque la existencia no son los hechos sino lo que otros recuerdan de los hechos. Con elementos godardianos, con el zoom inquisidor moderno, pantallas divididas, animación, trucajes y todos los recursos noticiosos que vemos a diario, Ospina (re)construye a Pedro Manrique Figueroa, “el putas – satuple-“ o el tigre de papel que, como la realidad, espera a que el viento, la lluvia y el olvido lo destruyan.
La historia es de quien la escribe, y hoy se la escribe con imágenes, esas imágenes que vemos e insisten en que han sido un montaje, trucadas y falseadas, y que los asesinados se suicidaron, que la mentira es la verdad y que vivimos en el cinema mentirè ( o en un noticiero).
En 1934 ocurren tres hechos históricos, el asesinato de Alejandro I, rey unificador de Yugoslavia, la Gran Marcha del Partido Comunista Chino encabezada por Mao Tse Tung y la celebración del Congreso de Escritores Socialistas en el que se instauró la política cultural del realismo socialista. Acontecimientos políticos que marcaran la vida de un personaje nacido ese mismo año, Pedro Manrique Figueroa, el precursor del collage en Colombia.
Sin embargo, el 9 de abril de 1948 con el cruento asesinato de Jorge Gaitán, líder de la izquierda colombiana, la vida Manrique Figueroa se transformara, a partir de entonces, Manrique se consagra como activista político vinculado al Partido Comunista. A Manrique Figueroa se lo recuerda como un agitador profesional, comunista exacerbado, profeta del mal ejemplo, hippy por una semana, apasionado amante por una noche, poeta y cineasta, orador convincente y tal vez, mitómano……………y creía que la Revolución vendría del arte. Es el fantasma que Luís Ospina persigue en un collage llamado Colombia, entre el arte y la política, la mentira y la verdad, el cinéma véritè y el cinéma mentirè.
“La vida de Pedro Manrique Figueroa no está escrita por nadie, y por una razón poderosa: se parece demasiado a una novela de aventuras, a la vez incompleta y contradictoria, siempre vinculada a las centelleantes incertidumbres de la tradición oral”
Es un clásico del fake (falso documental), Un tigre de papel, apela a las técnicas del documental, la entrevista con personajes autorizados, la multiplicidad de localizaciones, materiales de archivo cuyo carácter es el ser demostrativo, la narración coral que expone coincidencias y contradicciones entre los testimonios y, una estructura cronológico.
Cada testimonio, cada recuerdo, cada momento histórico se apoya por una imagen de archivo auténtica o falsificada. Un recurso empleado de forma exagerada, recordándonos y a su vez advirtiéndonos de que no todo lo que vemos es real, y las imágenes no son la Verdad, esto en tanto pretensión de objetividad (representación del hecho real) como asistimos noche tras noche a los noticieros televisivos.
La verdad del texto habita en el contexto, es en la ausencia y en los interlineados donde Ospina hace circular a Manrique con una intencionalidad especifica, narrar la tragicómica historia de su vida y la de su generación; la velocidad con que se mueve un país, la irrepresentabilidad de lo real, la emergencia de los mitos, la inconmensurabilidad de lo oral, la fatalidad del artista frente al capital y la caducidad de las ideas.
Para ello se sirve del collage, en tanto atisbo arqueológico de nuestro personaje y a la vez como revestimiento formal de la obra, para reconstruir una historia a base de fragmentos de recuerdos, porque la existencia no son los hechos sino lo que otros recuerdan de los hechos. Con elementos godardianos, con el zoom inquisidor moderno, pantallas divididas, animación, trucajes y todos los recursos noticiosos que vemos a diario, Ospina (re)construye a Pedro Manrique Figueroa, “el putas – satuple-“ o el tigre de papel que, como la realidad, espera a que el viento, la lluvia y el olvido lo destruyan.
La historia es de quien la escribe, y hoy se la escribe con imágenes, esas imágenes que vemos e insisten en que han sido un montaje, trucadas y falseadas, y que los asesinados se suicidaron, que la mentira es la verdad y que vivimos en el cinema mentirè ( o en un noticiero).
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