jueves, 19 de febrero de 2009

el triunfo del cinematografo (Arrebato, Ivan Zulueta,1980, España)

Pocas veces una obra logra conmocionar tanto a la cinefilia como a la critica, esto por lo mecanismos del sistema, pero es que el cinematografo deglute a ambos en Arrebato, en tanto experiencia extrasensorial como elogio a la ficción, fugando hacia lo autoral, la critica, siempre bienvenida, al sistema del arte o a los emergentes y disfuncionales sujetos del postfranquismo.

Un director, Jose, estancado en la pesadumbre que supone la carencia de ideas encuentra su redención en la mirada fulgurante de un explorador, Pedro, una extravagancia solo posible en los grisáceos años post dictatura, que persigue un ideal, un fantasma que habita en sus registros fotoquímicos. El fantasma de la niebla y de la luz, de la apariencia y la retención de la representación.


El Arrebato, entre la imagen y el tiempo, es acaso ¿un elemento para una presunta ontología de la imagen fotoquímica?

"La PAUSA es el talón de Aquiles, es el punto de fuga, nuestra única oportunidad” (Pedro)



La obsesión imperecedera del registro fotoquímico. La mirada desgarradora y redentora, porque son parte del mismo movimiento, cuya experiencia límite es la de secuestrarle al tiempo un halo de eternidad, un fotograma redentor, que libere al sujeto de su condición, y a la vez le permita la transformación del aparato, ya no como instrumento de proyección, sino como cómplice, guía y materia de la “experiencia” óntica.

“Estabas en plena fuga, éxtasis, colgado en plena pausa... arrebatado” (Pedro)

En la búsqueda del ideal de la Imagen, no como representación, sino como sustancia, Pedro y José, como el poeta, que desciende a los infiernos, para, y en un solo guiño, perpetuarse en la sustancia de su búsqueda y……….. desaparecer.


"no es a mí a quien le gusta el cine, sino el cine a quien le gusto yo" (jose)

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